Acrílico, "Morphos", Mariamalia Sotela
Y es que no puedo
quitarme los labios y guardarlos
en una cajita de regalo
envueltos con un papel de mañana o de tal vez
nunca.
Y no puedo desdoblar mi piel
colocarla sobre la cama por un tiempo o al sol
y luego buscar las huellas de la espera y volverla
a doblar.
Y no puedo quitarme las manos
como a guantes, cuando quieren abrazar
o las palmas de mis pies que acarician
la tierra o las plantas de mis manos que se aferran
sostenidas como lianas al recuerdo.
O quitarme las raíces del fondo de mis ojos que
atrapan para adentro.
No puedo.
No podemos renunciar a la memoria...
ResponderEliminarDefinitivamente, no podemos renunciar a la memoria, pero somos los dueños únicos y absolutos de nuestra memoria. Podemos decidir gozarla, visualizar los hechos hasta palparlos; acariciarla hasta que duerma para siempre; o cubrirla con un velo grueso de protección, para que los recuerdos no nos desangren. Podemos desprendernos de ella, desapegarnos, transformarla en enseñanzas, experiencias, acontecimientos que debían formar parte de nuestra historia personal. Recuerdos que ya han sido asumidos, superados...... aceptados.
ResponderEliminarHermana, preciosa poesía. Gracias por compartirla, Vane
Bárbaro!! tu pintura y tus imágenes!
ResponderEliminardefinitivamente hay cosas que no se pueden borrar, quitar, invisivilizar...
Esto de la poesía, hermana, es una filigrana de sentimientos, pensamientos, misterios que se asoman y se esconden en un intento de revelación y silencio..... que es preferible disfrutar del susurro y las imágenes que se proyectan con las palabras...., que analizar, tratar de descubrir y recorrer el trayecto.......
ResponderEliminarNo podés porque no se puede cuando estás tan viva.
ResponderEliminarEstamos vivas, amiga, hermana... ¡¿Cuándo nos daremos un abrazo?!
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